LA MONARQUÍA: LA UNCIÓN DE SAÚL
Saúl fue el primer rey ungido por mandato divino. La unción con óleo sagrado significaba la elección divina de una persona para desempeñar en nombre de Dios la función encomendada. Más tarde serán ungidos también los sacerdotes e incluso los profetas. Pero sólo el rey de Israel es
denominado "ungido del Señor", en cuanto elegido como representante de Dios para dirigir al pueblo. En este sentido el rey de Israel, sobre todo a partir de David, es figura de Jesús, llamado Cristo: "Cristo viene de la traducción griega del término hebreo 'Mesías' que quiere decir 'ungido'. No pasa a ser nombre propio de Jesús sino porque Él cumple perfectamente la misión divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para una misión que habían recibido de Él. Éste era el caso de los reyes, de los sacerdotes y, excepcionalmente, de los profetas. Este debía ser por excelencia el caso del Mesías que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino. El Mesías debía ser ungido por el Espíritu del Señor a la vez como rey y sacerdote, pero también como profeta. Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y rey"
LA MONARQUÍA: EL REINADO DE DAVID

Fue el segundo Rey de Israel (El Primero fue Saul). El Antiguo Testamento recoge numerosos relatos de sus hazañas, en especial los libros de Samuel, Reyes y Crónicas. Se menciona unas ochocientas veces en el A.T. Solo a este varón es atribuido el nombre, es decir, nadie mas en en la Biblia se le menciona con el nombre de David, probablemente para dar a conocer el linaje de Jesús.
David era el hijo más joven de Isaí de un total de 8 hermanos, nieto de Rut y Booz, fue un pastor de Belén desde temprana edad y en dicha región pasó su juventud cuidando los rebaños de su padre. Adquirió fama por sus aptitudes musicales y por su valentía, que alcanzó visos legendarios por su enfrentamiento contra el gigante filisteo Goliat. A medida que crecía su reputación, fue convocado a la corte, donde Saúl, primer rey de Israel, le nombró su escudero. Tras cubrirse de gloria en las guerras contra los filisteos, desposó a Mikal, hija de Saúl, y se ganó la amistad de Jonatán, su cuñado. Sin embargo, su creciente popularidad despertó la envidia del monarca, quien le expulsó de la corte. David pasó el siguiente periodo de su vida en el exilio, a la cabeza de una banda de guerreros que cobraban tributo a los terratenientes de Judá. Tras una estancia en la ciudad de Adul.lam, cercana a Jerusalén, y en los desiertos de Judá, entró al servicio de Akis, rey de la ciudad filistea de Gat. Como recompensa a su colaboración con Akis, éste le nombró gobernador de la ciudad de Siquelag.
David regresó a su país natal tras la muerte de Saúl, Jonatán y otros dos de los cuatro hijos del rey en una batalla contra los filisteos. Coronado rey de Judá en Hebrón, gobernó allí durante siete años, hasta aproximadamente el 993a.C., cuando fue ungido rey de Israel. A partir de entonces, David derrotó en rápida sucesión a filisteos, moabitas, arameos, idumeos y amonitas, consolidó con ello la independencia de Israel y amplió enormemente sus dominios. Una de sus principales conquistas fue la de la fortaleza jebusea de Sión, a la que convirtió en núcleo de su capital, Jerusalén, a menudo llamada Ciudad de David. Allí construyó su palacio e instaló, bajo un tabernáculo, el Arca de la Alianza, con lo que Jerusalén pasó a ser el centro religioso y político de los territorios unidos bajo su persona.
Durante el sitio de Rabbá Amón (actual Ammán, Jordania), la capital amonita, David cometió adulterio con Betsabé, esposa del militar Urías, de cuya muerte fue indirectamente responsable. El episodio, que suele considerarse el mayor pecado de su vida, fue seguido de repetidos problemas con sus hijos, uno de los cuales -Absalón- murió durante una rebelión que había organizado contra su padre. Los últimos años del reinado de David estuvieron marcados por los problemas familiares, sobre todo por la disputa con el mayor de sus hijos sobrevivientes, Adonías, surgida tras haber designado a Salomón (nacido de su unión con Betsabé) heredero del trono.
LA MONARQUÍA: LOS GRANDES PROFETAS
- Isaias
